martes, 14 de febrero de 2012

A MI NO ME GUSTA EL FÚTBOL, PERO...

No soy seguidora de ningún equipo, tampoco me reúno con amigos/as para ver partidos los sábados o domingos pero sí tengo que reconocer que si tuviese que definirme fútbolisticamente (eso existe?) mi espíritu deportivo está más cerca del Barça, pero sólo cuando juega y  habla poco. Pero eso es otra historia. Todo empezó cuando estaba viendo las noticias, caldeándome el cuerpo con un poco de té,  y antes de empezar la sección de deportes y cambiar de canal, apareció esta noticia: 
Me quedé sorprendida pues nunca hubiese imaginado que se comentase una noticia dónde están mezcladas, y bien trituradas, las palabras FÚTBOL Y CULTURA. Creo que en ese momento la resaca de la clase con Guillermo Vansteenberghe zumbaba aún en mis oídos: integración, cultura(s), religiones, identidad, hiyab, perlas en las orejas, prejuicios y crisis de los 50. 
Indagando por el ancho mundo de internet me he detenido en los fragmentos de dos artículos: 

"Pese a haber ganado 32 millones de euros en cuatro años, el italiano Fabio Capello, de 65, nunca aprendió un inglés decente ni capturó el alma del fútbol británico. Vivió entre los más ricos de Londres y aumentó su colección de obras de arte, entre ellas varios Kandinskis." ELPAIS.ES. CAYETANO ROS 09/02/2012
"El periódico The Guardian afirmó "que el italiano no hizo ningún esfuerzo por aprender inglés, ni por aprender cosas sobre Inglaterra". "Su contrato de seis millones de libras (7,2 millones de euros) al año no fue suficiente para despertarle el interés por la cultura de un país que le contrató para dar vida a su deporte nacional haciéndole ganar un gran torneo internacional".eleconomista.es. AFP | 9/02/2012 - 13:01

Cuando se habla de integración (palabra por cierto que no creo que sea acertada para designar un proceso de cambio a dos bandas: el que esta y el que viene) de las personas inmigrantes siempre aparece en nuestra mente situaciones de precariedad laboral, hacinamiento en pisos, y ghettos, irregularidad administrativa e, incluso, mendicidad y delicuencia.


Es evidente que cada grupo social construye al "otro" como diferente, excluyente, aferrado a sus tradiciones y, en ocasiones, como enemigo. El miedo a lo desconocido nos pone en alerta y posibilita la autoafirmación y  la cohesión social entre los diferentes miembros del grupo. En este caso que nos atañe, a F. Capello se le atribuyen todas estas cualidades y muchas más pues según la prensa británica se le ha ofrecido la oportunidad de integrarse y de participar en algo denominado "fútbol británico" y, todo ello, a cambio de una suma importante de dinero. Que sí no llega a percibir esas cantidades monetarias tampoco importaría mucho si se integra o deja de integrase porque lo que importa es que nosotros te pagamos para ser británico. 
Esta claro que todavía percibimos la diferencia como base para acciones discriminatorias y no como valor en sí mismo. Aquellos que quieran vivir como nosotros vivimos (que para eso arriesgan su vida) deben hacer un esfuerzo de adaptación para que nosotros podamos mantener nuestro mismo status. Pero lo que no nos damos cuenta es que todo ya está cambiando.

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